Sunday, November 1, 2009

La Bici Fantasma de Liliana Castillo

A los muertos en bicicleta

Fotografías: Jorge Ávila (avilajorge@yahoo.com).

Summer is gone, but our love remain
like old broken bicycles out in the rain.

Tom Waits, Broken Bicycles


Le llaman la cebra, esa franja de rayas blancas sobre el asfalto donde atropellaron a Liliana cuando cruzaba en bicicleta. Las rayas son más parecidas a las teclas de un piano que dejaron una estela musical a su paso, las notas de una canción triste y bella. Fue ahí, entre Avenida Universidad y Mayorazgo, al sur del Distrito Federal, donde apareció por primera vez en México una Bici Fantasma.

Liliana Castillo Reséndiz alegraba al mundo. Tenía 23 años, le gustaba la fotografía, era actriz en ciernes y distinguida ilustradora infantil que figuró en el catálogo de ilustradores del Conaculta 2008. Vivía en un pequeño departamento de la colonia Portales con Óscar Pereyra, quien la describe como “una persona virtuosa, hermosa, con una sonrisa inspiradora”. Formaban una pareja enamorada que solía moverse en bicicleta, hasta que la mala suerte se atravesó en sus vidas.El viernes 15 de mayo de 2009, cuando Liliana pedaleaba hacia la Facultad de Filosofía y Letras, un auto que circulaba con imprudencia la atropelló. En el accidente se golpeó la cabeza y se lastimó de gravedad el pie izquierdo. Lo peor es que no llevaba casco. La trasladaron inconsciente al hospital de Xoco y de manera inexplicable la ingresaron como desconocida a Terapia Intensiva. Nadie avisó a sus familiares, de nada sirvió que llevara su credencial del IFE, ellos la encontraron al día siguiente. 24 horas de pura desesperación. Supieron del accidente por una nota de periódico.
El conductor, Mauro Gerardo Martínez Toussaint (también de 23 años), logró evadir la acción de la justicia con una declaración inverosímil (que la atropellada le otorgó el perdón) y una fianza. Pero Liliana pasó una semana de agonía infernal, le amputaron medio pie y sufrió muerte cerebral debido un traumatismo craneoencefálico de alto grado. Dejó de existir mientras Óscar tocaba la guitarra y le cantaba. Era viernes 22 de mayo a las 2:40 de la tarde, la hora en que un temblor de 5.9 grados en escala de Richter sacudió a la ciudad.Días después, ante la mirada sorprendida de los ciudadanos, apareció la Bici Fantasma de Liliana. La noche del diez de junio, en el lugar donde fue atropellada, más de un centenar de ciclistas y transeúntes se dieron cita para instalar la bici blanca en el poste de un señalamiento peatonal con fotografías, flores, veladoras, objetos y mensajes escritos. Un altar colectivo urbano. La Ghost Bike apareció por primera vez en los Estados Unidos y llegó a nuestro país a través de los Bicitekas, encabezados por Areli Carreón, quienes se encargaron de la instalación para señalar a la sociedad y a las autoridades que una persona ha muerto por la falta de cultura y respeto vial, espacios seguros para los peatones y los ciclistas. La bici blanca rinde tributo al caído en bicicleta y alerta sobre el peligro del lugar para evitar más accidentes. Una manifestación urbana que adquiere rasgos de ritual.El antecedente directo de esta práctica fue la Bike Angel, una bici blanca con grandes alas suspendida a la entrada del Túnel Stockton en San Francisco, California, en agosto de 2001. La instalación corrió a cargo del movimiento ciclista internacional Critical Mass, lidereado por su fundador Chris Carlsson. Dos años más tarde, en octubre de 2003, apareció la primera Ghost Bike en St. Louis, Missouri. Con ella inició un movimiento que se ha extendido a lo largo de 90 ciudades en el mundo (www.ghostbikes.org), entre las que figuran el D.F. y Guadalajara.Por desgracia, desde la aparición de la Bici Fantasma de Liliana, cada día se ven más bicicletas blancas en México. En julio se instalaron dos más en el D.F., la de Estela de la Luz Valles Vindiola en uno de los puentes peatonales de Chapultepec, convertidos a fuerza en tramos de la “ciclovía”, y la del policleto Ignacio Santiago Martínez en la colonia Condesa. Durante octubre se sumaron la de Rubén Vázquez Marín, un niño de 13 años que vendía café y pan en Polanco, atropellado por Daniel Alberto Ramírez en Reforma a la altura de Julio Verne (el primer Triciclo Fantasma del mundo). La de Oscar Estévez, fotorreportero arrollado en 2008; y la de José Ibarra, de 55, embestido por el chofer de una revolvedora, Alberto Rodríguez Zamudio, en Insurgentes y Hamburgo. Areli Carreón comenta que en octubre hubo otros tres ciclistas sin identificar y reconoce que los muertos ya rebasan la capacidad de las organizaciones (Biciellas, Biciraptors, Tlatilkas, Bici Cerdos, Ciclovida, Veteranos en Bici, IMFUBU y Mujeres en Bici) de costear y organizar la colocación de más bicis blancas.Al hablar sobre las bicis blancas, durante su ponencia en el 2º. Congreso Nacional de Ciclismo Urbano en Guadalajara, Patricia Martínez de GDL en Bici cuestionó la falta de congruencia de las autoridades y la negligencia de los automovilistas, e informó que tan sólo en 2008 murieron 84 ciclistas en esa ciudad. De acuerdo a esta organización ciclista, hasta el 8 de octubre de 2009 se habían instalado las Bicis Fantasmas de Álvaro Octavio Calzada Cárdenas, Jessica López Barajas, José Rodrigo Villalobos Medina, Mauricio Altamirano Gutiérrez, Edgardo Yared Padilla Uribe, Isidro González Vallejo y tres ciclistas desconocidos.Para recordar a Liliana y dar a conocer su obra, Óscar creó la fundación que lleva su nombre (www.fundacionlilianacastilloresendiz.blogspot.com), donde puede conocerse el trabajo, las historias y las respuestas que rodean a su Bici Fantasma. Como en la canción de Tom Waits, uno de sus favoritos: ella se fue, pero su amor permanecerá, como una bicicleta rota bajo la lluvia.

* Texto publicado en Milenio Diario.

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