Monday, April 18, 2011

El Día Mundial de la Bicicleta

La Condor de Albert Hofmann*
El 19 de abril se festeja el Día de la Bicicleta, en honor al genio suizo de la bioquímica que sintetizó el LSD en los laboratorios Sandoz.

En esa fecha de 1943, a los treinta y siete años de edad, Albert Hofmann se convirtió en el primer hombre que viajó en ácido lisérgico, mientras pedaleaba su bicicleta a través de la ciudad de Basilea, Suiza.
La vida y la obra científica de este hombre estuvieron marcadas por la espiritualidad. El turismo sicodélico quizá no se imagina todo lo que hay detrás de ese alegre papelito, además de la pirotecnia sensorial. Su descubridor nació en una familia pobre y religiosa de Aargau, un cantón suizo cerca de Francia, y se quedó huérfano de padre a muy temprana edad. Tuvo que trabajar durante la adolescencia para mantener a su familia, pero creció fascinado por la belleza natural que le rodeaba. A los veinte años, sin dejar su trabajo en la fábrica, estudió Química en la Universidad de Zurich y presentó una tesis doctoral sobre la quitina. En 1935 ya era Director de Investigación Farmacéutica de Productos Naturales del pequeño laboratorio Sandoz, en Basilea, donde se dedicaba a estudiar el potencial medicinal de las plantas. Tres años más tarde, su trabajo lo llevó a encontrarse con los espíritus que habitan en la naturaleza.
El doctor investigaba los alcaloides del cornezuelo, el hongo del centeno, en busca de un estimulante circulatorio y respiratorio para aplicarlo en obstetricia, cuando absorbió por vía cutánea la dietilamida tártriga, el derivado #25 que sintetizó del ácido lisérgico. No tardó en caer dormido. Fue un largo y extraño sueño en espiral de mil formas y colores. Al despertar, supo que había encontrado algo nuevo. Tres días después, Hofmann se sometió a un plan experimental y se suministró una dosis de 0.25 miligramos de LSD. Le pidió a su asistente W.A. Kroll que lo acompañara a casa y se fueron en las bicicletas, porque la guerra restringía el uso del automóvil. En ese trayecto, el ácido encendió su mente y descubrió algo nunca antes visto que lo aterró y lo fascinó: un universo por explorar, el paisaje de la mente humana. Este primer viaje lisérgico, un viaje fantástico en bicicleta, es bellamente descrito en su libro Mi niño problema.
¿Qué velocípedo tuvo el honor de llevar a Hofmann el proclamado Día de la bicicleta? A pesar de ser un país neutral, en Suiza todos los hombres deben cumplir el servicio militar. El ejército es preciso como sus navajas y sus relojes. Su principal medio de transporte entonces era la Swiss Army Bicycle, fabricada desde 1904 por la compañía Condor-Werke-AG, también fabricante de las primeras motocicletas europeas. La Condor que seguramente montó Hofmann era un rediseño mejorado de la Raleigh DL-1, creada por el ejército inglés durante la Primera Guerra Mundial, equipada para transportar a las tropas, con un sistema de siete velocidades. Por supuesto, la bici del doctor tenía salpicaderas y lámparas de dínamo que encendían al pedalear, pero no las canastillas, las alforjas, las cantimploras, el radio, el portametralleta, el cargamuniciones, el botiquín, las herramientas o la bomba de aire.Ilustración de Maru Sandoval. Las Bicicletas y sus Dueños.

En 1958, Albert Hofmann también sintetizó la silocibina del teonanácatl, el elemento sicoactivo del hongo mexicano. Sin embargo, la dietilamida del ácido lisérgico tuvo una influencia superior. El hallazgo ha tenido un impacto considerable en la cultura; la medicina, la ciencia y la tecnología, la siquiatría, el arte, la filosofía, la religión y la contracultura se han visto influidas por la sustancia.
El LSD impregnó el papel de la historia y logró seducir e inspirar a notables neurólogos, siquiatras, sicólogos, pensadores, militares, programadores, escritores, músicos, pintores y otros artistas. Fue considerada una herramienta muy útil para la siquiatría y la sicología en tratamientos de neurosis, alcoholismo, transtornos de la personalidad y enfermos terminales con resultados positivos en treinta y cinco mil pacientes. Pero su uso sicoterapéutico causó reacciones y controversias de todo tipo. Posteriormente, entre los años cincuenta y sesenta, el ejército de los Estados Unidos no perdió la oportunidad de probarlo en busca de una poderosa arma de control mental, hizo pruebas con sus soldados y luego experimentó en clínicas donde pagaba setenta y cinco dólares a los voluntarios.
El alucinógeno despertó un creciente interés en los catedráticos de Harvard, Timothy Leary, Ralph Metzner y Richard Alpert, quienes más tarde fundaron su instituto de crecimiento espiritual y se convirtieron en los gurúes de la contracultura que floreció en los sesenta. El ácido detonó el movimiento sicodélico y su caleidoscopio de comunas hippies, una revuelta pacífica encabezada por escritores y músicos como Ken Kesey, Allen Ginsberg y Jerry Garcia. Durante la década de los noventa, la sustancia fue retomada por la cultura rave.
Las controversias sobre el LSD continúan hasta la fecha, así como su condición ilegal. En 1993 fue creada la Fundación Albert Hofmann, con motivo de los cincuenta años de sus investigaciones. El objetivo es difundir y hacer del conocimiento público el archivo científico y los resultados obtenidos en la exploración sicodélica de la mente. En aquella ocasión, dijo: “Cincuenta años de experiencia son nada. Se requiere más tiempo para estudiar una sustancia que muestra nuevas y extraordinarias propiedades.”Tomada del blog En Bici por Santander.

El corazón de Hofmann se detuvo el 29 de abril de 2008, a la edad de 102 años, pero en su kilometraje acumulaba un milenio de conocimiento. El bioquímico siempre gozó de cabal salud y el prestigio de un visionario en diversos ámbitos de las ciencias y las artes. Siconauta por motivos profesionales, su búsqueda de conocimiento lo llevó a explorar otras dimensiones de la realidad. “Desconozco espíritus distintos de los que alberga la naturaleza”, declaró al cumplir cien años y recordar que su objetivo es encontrar una medicina para el alma.
De ninguna manera se invita a los lectores a consumir ácido, pero sí a pedalear una bicicleta y a descubrir los encantos de la naturaleza, cuyos caminos se abren como los dedos de una mano para recorrerla. Que tengan buen viaje.


* Tomado del libro “Las Bicicletas y sus Dueños”. 2ª. Edición.

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