Que las bicicletas hablen
No participo en manifestaciones de ningún tipo, dejé de hacerlo hace años. Sin embargo, dado que la única ideología, religión, filosofía y causa que tengo es el ciclismo, una marcha silenciosa sobre ruedas para recordar a los ciclistas caídos y exigir carriles de bicicletas me hizo flaquear. Y fui.
La cita era el 19 de mayo en el Auditorio Nacional a las 7 de la tarde, donde cerca de un centenar de ciclistas se reunieron para rodar. La convocatoria de la organización Ride of Silence, creada en 2003 por Chris Phelan, se ha extendido a 281 ciudades en las que cada tercer miércoles de mayo se realiza esta singular marcha, sin tener que gritar consignas ni decir cosa alguna. Dejamos que las bicicletas hablaran.Foto: Cletofilia.
En México la Marcha del Silencio se llevó a cabo en Guadalajara, organizada por Bicicleta Blanca; en Xalapa, donde coordinó Roy Dudley; y en el Distrito Federal, a cargo de Ciclistas por la Ciudad, Jesús Martín Gómez y Tonatiuh Hernández. Salí de trabajar a las seis y media en punto, alcancé al grupo justo después de que partieron, a la altura del Zoológico de Chapultepec. La tarde era perfecta para pedalear, sol, viento fresco, lo único preocupante era ver más policías que transeúntes sobre Reforma.
Hubo de todo durante el trayecto. Al principio un autobús de turismo embistió a los que iban de barredora, un percance que pasó inadvertido para el resto de pelotón, pero que rompió con el silencio. Pasaron volando las mentadas y los claxonazos, tampoco faltaron los conductores impacientes en sus coches echando lámina. Pero también tuvimos gritos y muestras de simpatía, la curiosidad y solidaridad de los turistas, y el apoyo vial de un par de patrullas y agentes de tránsito. En el trayecto varios ciclistas se fueron sumando, unos tenían toda la intención de hacerlo; otros, al vernos pasar les parecía buena idea y se unían.Foto: Cletofilia.
Llegamos al Zócalo al anochecer. Aquí The Ride of Silence se convirtió en un ritual bicicletero nacional. Se montó una ofrenda sencilla para los atropellados: dos ciclistas tendidos con sus respectivas bicis, iluminados por algunas veladoras y envueltos por el aroma del incienso. A continuación se leyeron los nombres de algunos ciclistas muertos como Liliana Castillo Reséndiz, Estela de la Luz Valles Vindiola, Ignacio Santiago Martínez, Rubén Vázquez Marín, Óscar Estévez, José Ibarra, Alberto Rodríguez Zamudio, Álvaro Octavio Calzada Cárdenas, Jessica López Barajas, José Rodrigo Villalobos Medina, Mauricio Altamirano Gutiérrez, Edgardo Yared Padilla Uribe e Isidro González Vallejo, entre muchos más.
Más tarde el grupo se despidió y nos dispersamos. La noche era cálida, perfecta para rodar de regreso con Juan Pablo Ramos, buen compa de la revista Cletofilia. Entre carros, semáforos y luces de colores tuvimos tiempo de platicar sobre lo jodida que está la vida en estos días. Concluimos que no tenemos otra opción más que rodar y rodar. Él se fue por Insurgentes y yo seguí por Reforma. Al pasar cerca del Ángel vi al grupo de ciclistas que suele reunirse cada miércoles en la noche para el tradicional paseo nocturno de los Bicitekas, fue una lástima que no se unieran a la Marcha del Silencio, hubiera sido una rodada impresionante.
2 comments:
Thanks for sharing this blog post.
excelente crónica, la única posibilidad que tenemos en estos tiempos díficiles de salir a delante, es seguir haciendo lo que nos gusta... es sentirnos libres y con alegría en el alma... la bicicleta es solución.
H. Tonatiuh
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